Quizás hoy preocupe más el valor económico y la belleza.
Haciendo memoria rescatemos ese espíritu que en un
tiempo las hizo especiales para el hombre. De color verde
brillante, gracias a su contenido en cobre, es un hidroxicarbonato
muy abundante; usualmente como material
masivo (externamente no toma forma de cristal, perteneciendo
al sistema monoclínico) en formas botroidales; en
raras ocasiones se encuentran cristales bien definidos, en
forma acicular y agrupados de forma radial. Su dureza es
de 4 en la escala de Mohs, la densidad oscila en torno a
3,80-4, y los índices de refracción entre 1,66 y 1,91.
Su nombre deriva de dos palabras griegas maláchee
–malva-, como la planta medicinal, y malakos –blando-. La
malaquita nace junto a otros minerales de cobre dando
variedad de tonos verdes y azules a bandas, y obteniendo
como resultado materiales como: azurmalaquita, crisocola
y en Israel “la piedra de Eilat”. Es una de las gemas más
antiguas que se conocen, llegando a ser confundida con
algún tipo de esmeralda. Hoy día sabemos que se trata de
una variante de actinolita (silicato Ca, Fe, Mg). Es clásico el
yacimiento de los Urales, Arizona, y lo que se conoce como
Coopperbelt o cinturón de Cobre Africano.
Usos
De todos los carbonatos es el más utilizado en decoración:
las columnas del templo de Diana en Efeso o las incrustaciones
del altar de San Pablo en Roma están hechos con
malaquita. También las columnas del templo de Isaac en
Leningrado (Rusia) o la bella “Sala de las malaquitas” de
los zares en el Palacio de Invierno.
Se han confeccionado joyeros, pitilleras, jarrones, cuentas
para collares, cabujones y amuletos; la tradición italiana
habla de ella como protectora de niños y parturientas.
Tradición a través de la historia
Egipcios, griegos y romanos la utilizaron pulverizada y
mezclada con grasa animal, en principio como protección
solar. Un uso mágico era el que se reservaban los faraones.
Todos los ornamentos referidos a la cabeza y pecho, como
cascos, tocados y pectorales, eran recubiertos en su interior
con malaquita. La creencia era que este mineral canalizaba
la energía del cosmos, y así se le otorgaba sabiduría
y buen corazón para gobernar. En la Edad Media se
comenzó a utilizar como tinte “verde montano” y como
pigmento en cuadros y frescos.
La malaquita era considerada como remedio para los problemas
intestinales, como antídoto para venenos mezclada
con alcohol y como anestésico disuelta en vinagre. En
la India se utilizaba para combatir el cólera; en Rusia y
Oriente como hemostático, cicatrizante, y antinflamatorio
en procesos reumáticos y de índole traumática, como torceduras,
y todo lo que tuviera que ver con articulaciones y
tendones.
Lejos de perderse su aura mágica, ésta continuó a través
de los siglos. Era como un puente de unión entre la Tierra
y el cielo, haciendo que el ser humano tomara conciencia
de su parte animal-racional y la mantuviera en equilibrio.
Existía la creencia de que si alguien bebía agua de una
copa de malaquita, se le agudizaban los sentidos de la
vista y el oído, estableciendo una comunicación muy
especial con la naturaleza, hasta el punto de llegar a comprender
el lenguaje de los animales.
MEDICINA HINDÚ AYER Y HOY
Sus vibraciones positivas favorecen el flujo continuado de
energía a través de todo el cuerpo, enlazando y suprimiendo
bloqueos de un chackra de respiración abdominal de
cuando éramos niños, aportando paz, equilibrio, eliminando
tensiones que terminarían por producirnos trastornos
digestivos a nivel físico y cambios de humor como consecuencia
de esa molestia constante.
En las palmas de las manos, cualquiera que no esté familiarizado
con estas prácticas podrá notar al cerrar la mano
y apretar cómo un canto redondo le devuelve su propio
latido cardíaco amplificado. Nos sentimos más conectados
con la naturaleza, formando parte de ella, como un
eslabón es a una cadena.
No está considerada como una de las gemas más apropiadas
en meditación, pero aplicada sobre el tercer ojo hace
las veces de espejo del subconsciente, mostrando al consciente
aquellos aspectos que debería cambiar, o esos lastres
emocionales que todos cargamos a lo largo de la vida
y nos frenan a la hora de evolucionar.
Favorece el buen funcionamiento de la polaridad de nuestro
organismo sometido a tantos cambios atmosféricos,
electrostáticos y magnéticos. Por su elevado contenido en
cobre, prácticamente un 72%, su elevado peso molecular,
su estructura y su abundancia terrestre, ejerce un buen
papel como aislante frente a las radiaciones junto con el
plomo.
RELACIÓN CON EL COSMOS
Está asociada al elemento tierra y al planeta Venus.
Protegida por Plutón -fuerza que preside las grandes
mutaciones de las eras geológicas, de las especies y los
avances tecnológicos- y por Urano -fuerza cósmica que
provoca cambios y trastornos súbitos-. Es símbolo de proliferación
creadora. Es aconsejable el uso de malaquita en
periodos estacionales de grandes cambios como la primavera
y algo menos en el otoño. Cuando nuestra estabilidad
emocional se vea afectada tanto por sucesos negativos
como positivos, su energía nos aportará una sensación
de bienestar, equilibrio y regreso a la realidad, pero
sin traumas. Gran compañera de viaje, nos ayudará si
tenemos que comenzar nuevos proyectos, negocios y
mudanzas.
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En esta parte del mundo hemos ingresado a la primavera y la lectura recomienda usarla en esta época ..... ¿Dónde consigo una malaquita? .... no te estoy pidiendo que me regales una por supuesto ..... :-) ....
ResponderEliminar¡Saludos Niña de las Piedras!.
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Lucho no vi el mensaje, las venden en tiendas de minerales
Eliminarbesos gordos
Isabel