martes, 14 de diciembre de 2010

AMATISTA

Amatista


Amatista

La hermana mayor
de la familia de la sílice

Yacimientos

Nace tapizando geodas (cavidades en rocas volcánicas) y
en drusas (extensiones planas de cristales). Encontramos
amatistas en Brasil, con una gran variedad de tonos; las
de México tienen un tono rojizo, en Hungría se
encuentran algunas de calidad media y en Italia poseen
varias intensidades de color. Otros países en los que se
encuentra amatistas son Sri Lanka, Sudáfrica, Rusia,
Australia, Estados Unidos y el resto de América
septentrional, y algunas también en España y Francia. Según Juan Mystkowski Wowk  las mejores del mundo son las de Uruguay, aunque hay una controversia ya que mi estimada amiga 
Maria Celeste Nazarena Navarro  dice que las amatistas de Córdoba/ Argentina compiten con las de Namibia del Sur (África), consideradas como las mejores del mundo. Rectificaciones hechas a día de hoy, espero que si hay más comentarios no dejéis de decírmelo

Tratamientos

El color de la amatista se pierde, dando lugar a una
tonalidad más rosada, cuando es tratada a más de
300ºC. Entre 400 ºC y 530ºC se comienza a poner
amarillenta con tendencia al pardo rojizo, que es la
mayoría del “citrino comercial”, y cuya intensidad
depende del violeta inicial. Después del tratamiento deja
de ser pleocroico. Pasados los 575ºC, las partículas de
óxido de hierro emigran hacia la superficie y el material
adquiere un efecto de “adularescencia” o “séller”. Al
pulirla se eliminan los puntos negros de óxido y se
obtiene “el cuarzo piedra luna”, que comercialmente es
un sustituto del “feldespato piedra luna”.
Algunos cristales de amatista, como los del famoso
yacimiento de Montezuma, al calentarlos se vuelven de
color verde transparente y se los conoce como Prasiolita.
Asimismo, se ha encontrado el mismo material en
Zimbabwe y Arizona.
Inclusiones características
No todas las amatistas muestran inclusiones, pero
algunas de éstas son unas bandas de espesor variable,
visibles a 10 x y llamadas “piel de tigre”. Son muy típicas
del yacimiento de Palmeira (Brasil) las visibles a 40 x,
agujas de rutilo, cacoxenita y gohetita en mechones.
Algunas menos frecuentes son la turmalina roja y las
hematistes en espículas.

Amatistas célebres

Hay numerosas esculturas realizadas con este material,
como el busto de Trajano, llevado por Napoleón a Berlín.
Como joya, hemos visto amatistas en el collar de la reina
Carlota de Inglaterra, por ejemplo. Asimismo, en el
British Museum de Londres, hay un ejemplar de 343
quilates tallado en forma oval, procedente de Brasil, y
otros dos de 90 y 75 quilates, provenientes de Rusia

Historia

Según la mitología griega, la amatista
nace cuando Baco persigue a una ninfa y
se convierte en cristal al querer tocarla.
Gracias a este mito, una tradición
persigue a la amatista: es la gema
contra la ebriedad. Con ella se hicieron
jarros, vasos y hasta amuletos, pero
estos tomaron la palabra “intoxicado” en
lugar de ebrio, convirtiéndola en una
gema con cualidades como objetividad,
juicio, autodisciplina, características que
ennoblecen al hombre y lo rescatan de
la intoxicación del mundo.
Algunos textos antiguos aseguran
que las águilas depositaban amatistas
en sus nidos para protegerlos. Apreciada
por aztecas, los egipcios la dedicaron a
Toth, dios lunar. Los soldados la llevaban
en las batallas para mantener la cabeza
fría y luchar con más astucia, y las
mujeres como anillo para conservar el
amor de su esposo durante el
matrimonio. Los griegos la dedicaron a
Mercurio, el mensajero de los dioses.
Para los romanos, el color malva era muy
apreciado y se hacían anillos de bronce y
amuletos protectores.
Es la doceava piedra fundacional de
la “ciudad sagrada”, la tercera de la
tercera fila del pectoral del sumo
sacerdote, la perteneciente a la tribu de
Dan representando la justicia, el valor y
la autoridad. Se dice de ella que es la
gema de San Valentín y la tradición nos
la transmite como idea de talismán para
los enamorados. Quizás es por ello que
se dice que fue la primera piedra que
San José regaló a la Virgen María,
convirtiéndola en la representante de la
castidad, la humildad, la sinceridad, la
serenidad y la modestia.

Es la gema del amor puro, el que se forma a base de
ternura y respeto. Con ella se han confeccionado anillos
papales y coronas de reyes. Se les adjudicó a los
apóstoles Mateo y Judas y se convirtió en la piedra que
se debía regalar en el séptimo aniversario de bodas. Los
monjes budistas la utilizaban para construir rosarios, ya
que, según ellos, frena las pasiones terrenales y les ayuda
a distanciarse del mundo.

Tradición y magia

Se la ha llamado “la piedra del alma”, ideal en momentos
de cambio y de transición. En ella se unen el rojo (fuego,
vida y acción) y el azul (paz, serenidad y pureza de
espíritu). Es el color que une cielo y tierra, hombre y
mujer, positivo y negativo, calor y frío. Abre la mente a la
compresión de experiencias espirituales, facilita el
estado de meditación sumiéndonos en un océano de
silencio, donde la actividad mental es sustituida por la
calma. Nos enseña que nuestra percepción es muy
limitada y que nuestros sentidos únicamente abarcan
pequeñas parcelas de realidad.

Gemoterapia

Aristóteles aseguraba que situada sobre el ombligo de
una persona ebria absorbía los humores del vino,
devolviéndole la lucidez. En la Edad Media se utilizó para
tratar afecciones cutáneas y como hemostático, por su
contenido en hierro. En 1534, el Papa Clemente tomaba el
elixir de esta gema como purificador medicinal. Santa
Hildegarda de Bingen la aplicaba para eliminar manchas
e imperfecciones en la cara.
Posee una energía amable y poderosa, es ideal si
está pensando en trabajar con cristales; absorbe
negatividad y emite positividad. Es espontánea, creativa
e infantil, engendrando la lealtad en quien la lleva.
Influye sobre los ambientes crispados, haciéndolos más
amables. Nunca debería faltar una en nuestras casas.
Como joya, alrededor del cuello protege de los pequeños
campos magnéticos a los que estamos expuestos en la
sociedad actual. Reconforta y proporciona alivio en
momentos de angustia. Se puede llevar en cualquier
parte del cuerpo, aunque las respuestas más rápidas y
espectaculares las notaremos sobre el vértice coronal, el
entrecejo y la mano izquierda. Mejor si va montada en
plata, es femenina, nocturna y afín tanto al Sol como a la
Luna.
Debido a su efecto calmante sobre el cerebro, se
emplea en estados mentales de estrés profesional con la
tensión y dolor de cabeza que a veces se acompañan. Se
recomienda en trastornos del sueño, para regular los
ciclos vigilia-sueño, utilizándola todos los días al ir a
dormir, preferiblemente a la misma hora.
Numerológicamente se la asocia con el 3 y el 9,
místicos por excelencia. “Omne tium perfectum”, que
significa toda tríada es perfecta. Así todas las cosas
perfectas de este mundo son tres, como por ejemplo: la
salud, el dinero y el amor.

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