miércoles, 22 de junio de 2011

TURQUESA NUEVO MEXICO


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LA TURQUESA

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LA TURQUESA


FICHA TÉCNICA

El origen etimológico de la palabra “turquesa” es árabe,
en cuyo idioma significa piedra de la suerte, “Fayruz”.
La turquesa es un hidroxifosfato complejo de cobre y
aluminio, donde los principales componentes son
alúmina, fosfato y agua. El aluminio puede ser
sustituido por Zn y Hierro. Éste último es el causante
del color verdoso de la gema, que tiene una dureza de
5,5 a 6 en la escala de Mohs, un índice de refracción
sobre el 1,62, y una densidad de entre 2,4 y 2,9.
La turquesa cristaliza en el sistema triclínico (no existen
muchos así), aunque lo que se utiliza habitualmente es
material masivo, con diferentes tonos de azul, debido al
cobre. Pero no es homogéneo, y es que a 40 aumentos
se ven manchas más oscuras sobre un fondo algo más
claro. Asimismo, se pueden apreciar unas venas o
matriz de color marrón –en las más comunes- que
provienen de “arenisca”, y son óxidos de Fe y de Fe
hidratado (Limonita). También se halla Matriz de color
negro, aunque menos frecuente, y debida a material
carbonatado
Yacimientos
El yacimiento histórico de turquesas es el de la
península del Sinaí, explotado por una tribu semita
de la zona. Ellos fueron los que idearon un alfabeto
para llevar la contabilidad de la mina, copiado por
los fenicios y, a su vez, por los griegos y, más tarde,
por los romanos, hasta llegar a nosotros.
Otra zona de interés por sus turquesas es Irán,
donde posiblemente existen los yacimientos más
importantes. Desde allí, se llegaba a Europa a
través de Turquía, de ahí que adoptara el nombre
de turquesa. Otra zona de gran tradición para esta
gema es el Tíbet, donde se considera “piedra
nacional”. Por último, encontramos una extensa
cultura de turquesa en América del norte, en los
estados de Nuevo Méjico, y en California.
Tratamientos y síntesis
Hay varios tipos de turquesas impregnadas:
Con resinas orgánicas. Disminuye la densidad
oscilando entre 2 y 2,4.También el índice de
refracción, porque el que leemos es el del plástico,
entre 1,45 y 1,56 . Se puede detectar con rayos
infrarrojos.
Con vidrio soluble. Es un silicato sólido que se
disuelve en agua, que tiene un aspecto vítreo, y que
cuando se evapora vuelve a formar cristales que
impregnan la gema. Hace aumentar su densidad y
deja invariable su índice de refracción.
Teñido. Algunos ejemplares son muy claros y
resultan poco atractivos, así que se sumergen en sal
de Cobre.
Turquesa sintética: Existió una marca llamada
Gilson que creó polémica, porque no están
definidos los límites entre material sintetizado e
imitación. En este caso, las manchas azules tenían
forma poligonal, no irregular como en la natural.
El llamado envejecimiento
El color azul de la turquesa es perfecto debido a la
compleja unión del cobre y el amino, posiblemente
de origen vegetal, o a la pérdida de agua. Cuanto
más porosa es la piedra, más rápido es su secado
(la americana es más porosa y la persa más
compacta). Algunas turquesas recuperan parte de
su color si se sumergen en agua o ácido úrico
diluido, y son muy sensibles a los jabones, a
determinados sudores, cosméticos, ácidos y a la
suciedad que se introduce por los poros, y la hacen
cambiar de aspecto.
Turquesas célebres
Los ejemplares de gran tamaño son bastante
escasos. Una de ellas es la perteneciente al duque
de Toscana que tenía grabada la cabeza de Julio
César. Otra es la del duque de Orleans, también
grabada, y las del tesoro del Sha de Persia. En
Milán hay una colección de la que forma parte una
estatuilla con una rama de coral, de la época Ming,
que pesa 820 gramos. >
agradecimiento del Gran Abbas Shah, un trono
cubierto con 825 turquesas de gran tamaño que
bordeaban el trono, más de 152 rubíes y 177 perlas
completas. La emperatriz Josefina tuvo un adorno
de ellas en forma oval, con diamantes, posiblemente
la diadema más valorada de las joyas de la
Corona de Rusia.
Historia
La turquesa es una gema con múltiples nombres en
diferentes culturas: Los egipcios la llamaron
MAJKAT, los persas FIRUSI o FEROZAH -significa
“victoriosa”-. En árabe FAYRUZ, piedra de la
buena suerte. En el Tíbet AYU o GYU, el mineral
extraído posiblemente de las minas de Candú, de
las que habla Marco Polo. Hoy día les siguen
gustando con un matiz más verde y, para
conseguirlo, las cubren con tierra y las calientan.
Plinio, cuando hablaba de la “callaina”, se refería
casi con seguridad a la Turquesa. Por otra parte, la
primera joya conocida con turquesas perteneció a la
reina Zer de la primera dinastía egipcia. Se trataba
de un brazalete de oro con cuatro turquesas
montadas. Los orfebres egipcios las montaban en
ornamentos domésticos, e incluso en los carros.
Trabajaban el oro y esta gema, formando halcones,
flores de loto, deidades y escarabajos, y todo ello
ejercía un poder mágico sobre su portador.
En el museo del Cairo se puede admirar un
buitre con las alas abiertas perteneciente a la tumba
de Tutankhamón, que representa a la diosa
Nekhebet. Son 67 piezas que encajan perfectamente
más otras piedras preciosas. Los aztecas no
permitían que demasiadas personas las tocaran ni
las llevaran, pues estaban consagradas al dios del
fuego celeste, el Sol, y al del fuego terrestre, “el
señor de la Turquesa”. Se empleaban en mosaicos
de palacios como diadema de reyes o como
escudos de gala.
Tibetanos, persas y turcos las ponían en
las bridas de sus caballos para dar más
seguridad a sus monturas. Desde
entonces se la considera amuleto
protector de jinetes, viajeros y
aventureros.
En Extremo Oriente se la
grababa con inscripciones del
Corán, pues existía la creencia de
que era una protectora de inocentes,
en especial de los niños, de ahí que se
conserve aún la tradición de coser una
cuenta de color azul en la ropa de los bebés. Las
tribus de indios norteamericanos, sobre todo entre
los Navajo, tienen gran tradición sagrada y se
monta en plata junto con coral. Los Apaches la
ofrendaban al Norte, “la dirección del invierno.
que para ellos representaba a los antepasados, “la
memoria genética”. En su lengua se llama
Ts´its´tsi´nako -“respiración de la mujer cielo”-.
En el siglo XIII era vendida en Europa desde una
ruta mercantil que pasaba por Turquía, y los
franceses la llamaron “pierre turquoise” -“piedra
de los turcos”-, y así permaneció el nombre. En Irán
es el símbolo nacional, se las prefiere azul celeste
más oscuro, sin que se incluya ninguna matriz.

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LA TURQUESA

Gemoterapia

La Turquesa es una curandera profunda. La
podemos utilizar para hacer meditación porque
equilibra todo el cuerpo físico.
Fortalece la anatomía, en general, estimulando la
regeneración global de los tejidos. Alinea todos los
chakras, meridianos del cuerpo, líneas de fuerza y
campos sutiles. Mejora la absorción de los
nutrientes y su circulación. Ayuda en caso de
intoxicación por sustancias nocivas del exterior o
por exceso de las producidas por el propio
organismo, eliminándolas. Por su propiedad
porosa, es como una esponja para la negatividad .
Su mejor entrada energética es por el quinto
chakra, Vishudda, en la base del cuello, relacionado
con la comunicación, la expresión y la creatividad.
Entra en resonancia con la garganta y el sistema
respiratorio, abarcando oído, tracto bronquial
superior, sistema linfático y glándula tiroidea.
A nivel psicológico es recomendable llevarla
encima cuando se trata mucho con personas
diferentes. Aumenta la fuerza e inspira confianza.
Protege y mantiene en contacto con la realidad a
quien la lleva, relajando el espíritu de las tensiones
y el estrés de la vida moderna.
Los indios de cualquier tribu de América
explican que, llevando la piedra “duklij”, la mente
se funde con el universo, porque su color nos
reclama ante la presencia del Gran Espíritu. Su
energía vigorizante confiere optimismo y eso se
nota porque quien la lleva irradia un positivismo
que es perceptible por los demás, de ahí que sea
considerada como una de las gemas de la amistad
y la buena suerte.

Tradición, magia y relaciones planetarias

Dependiendo de la coloración, las más verdosas
están relacionadas con Venus y Neptuno, las más
azules con Júpiter. Su elemento es la Tierra y su
energía es receptiva. Se la asocia a deidades como
Hator, Buda y El Gran Espíritu (en los indios
americanos).
Su astro es el Sol, por su relación azteca con el
fuego, aunque su energía es más cercana a la plata.
La mayoría de amuletos y talismanes antiguos
están hechos de este material, femenino, nocturno y
mágico. Numerológicamente es un 1, el número de
los principios, del poder y de la voluntad pura. Se
considera símbolo de magnanimidad y
pensamiento elevado, por ello se la atribuyó a San
Jorge, “el caballero celeste”.
La leyenda cuenta que funciona mejor si se
regala que si se compra. Y una historia sobre ella
cuenta que un hombre, que siempre la llevaba en
un anillo, tras morir ésta perdió todo su color. Un
amigo suyo la compró y se la regaló a su hijo, con
la condición de que la usara siempre, para ver si
era cierta la leyenda. El hijo era Anselmo de Boot,
médico de la corte del emperador Rodolfo II de
Bohemia, la hizo grabar y comenzó a utilizarla
como sello; a los pocos meses la gema había
recuperado todo su color.

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